Arasi con una gorra roja y un monopatín

Cómo convivir con hijos adolescentes

La adolescencia es una fase a menudo conflictiva que se produce desde los 12 hasta los 17 años aproximadamente, y que puede ir precedida por otra fase más o menos larga con bastantes turbulencias que es la preadolescencia.

Tipos de adolescentes

Hay adolescentes estudiosos, ordenados, trabajadores, obedientes, siempre alegres, afectuosos y respetuosos con sus mayores. Pero también son muchos los que en algún momento puntual, o de forma habitual, tienen su habitación hecha un desastre, acumulan ropa sucia debajo de la cama, se olvidan de hacer los deberes, entran en casa sin saludar y se van sin decir adiós, rechazan los besos y abrazos de los familiares, responden de mala manera ante cualquier comentario, prefieren contar sus secretos a los amigos antes que a los padres, son burlones, y tienen frecuentes y notables cambios de humor. Y eso por no hablar de la ropa que visten, la forma en que hablan y la música que escuchan, que son muy diferentes a lo que les gusta a sus padres.

Es una fase tan conflictiva porque durante estos años los niños pasan a ser jóvenes experimentando numerosos cambios tanto físicos como psicológicos, y eso hace que se sientan muy perdidos, al igual que sus padres, que no saben cómo tratarlos.

Es por eso que en la mayoría de los casos, la terapia familiar coincide con los años de adolescencia de alguno de los hijos.

Después de una infancia feliz y una relación entre padres e hijos satisfactoria, la adolescencia puede suponer una agitación muy brusca para el funcionamiento y el bienestar familiar. Y por otro lado, si la relación ya era mala, o ni siquiera había relación, puede llegar a ser un verdadero desastre.

Los padres como modelo

Si un padre hace que su hijo obedezca a la fuerza o amenazándolo o con gritos, ¿qué hará cuando el pequeño sea más fuerte y más grande que él?. Debemos procurar que los niños actúen de forma correcta, no por temor, sino porque su deseo es obrar adecuadamente. Así esta buena intención durará toda la vida.

Si cuando son pequeños los dejamos llorando en su cuna y no acudimos cuando nos llaman, o les mandamos callar porque no nos dejan escuchar la televisión, ¿cómo podemos esperar después que a los trece años nos pidan ayuda ante sus dificultades, o nos cuenten sus problemas?. Los niños han de saber que pueden confiar en sus padres en cualquier momento y por cualquier motivo, y que no se les negará la ayuda que necesiten.

Por otra parte, si enseñamos a nuestros hijos a obedecer siempre y sin quejarse con frases como “porque yo lo digo” ó “no quiero oír ni una palabra más”, ¿cómo podemos esperar que sepan negarse cuando alguien les ofrezca alcohol, pastillas, relaciones sexuales que no deseen, o participar en alguna gamberrada?. Los niños deben aprender que tienen derecho y libertad para decir que no y que su negativa sea respetada, tanto dentro como fuera de casa.

La adolescencia no puede evitarse, es seguro que pronto o tarde llega, y también es seguro que en algún momento acaba.

La mejor actitud para los padres es intentar comprender, tener paciencia y esperar, sin engancharse en luchas constantes e inútiles. Lo más importante es esforzarse para mantener una buena relación.

Recomendaciones

Desde Ara Psicólogos nos permitimos compartir unas recomendaciones que creemos pueden ser útiles para los padres:

Fijarnos en sus cualidades

Seguro que nuestros hijos hacen muchas cosas bien a lo largo del día, o al menos aquellas que hacen mal, no las hacen continuamente. En lugar de pasarnos el tiempo regañándoles y poniendo malas caras, nos resultará más rentable reflejarles aquellos detalles que nos agradan.

Cambiar el punto de vista

Incluso aquello que nos parece mal se puede interpretar de otra manera.

Por ejemplo, podemos cambiar un “te pasas todo el día por ahí con tus amigos y no haces nada útil”, por un “tus amigos deben de apreciarte mucho, siempre te llaman para quedar o verte”.

Hablar bien de nuestro hijo

Muchas veces cuando varios padres están juntos se dedican a criticar a sus hijos, como si se tratara de una competición para ver cuál ha hecho la trastada más grande.

Debemos evitar esto, la ropa sucia se lava en casa, seguro que a esos mismos padres no les gustaría en absoluto que sus hijos fueran contando todo lo que saben de ellos.

Recordar nuestra propia adolescencia

Todos hemos pasado por esta fase de la vida y la hemos sufrido en mayor o menor medida, sintiendo que nuestros padres no nos podían entender y que nadie sabia cómo nos sentíamos en realidad.

Pararnos a recordar nuestras experiencias pasadas nos ayudará a ser más tolerantes y saber ponernos en el lugar de nuestros hijos.

Recapacitar sobre qué es importante y qué no

Reservemos nuestra autoridad para los problemas realmente serios. ¿Qué importa que nuestra hija se tiña el pelo de verde si sabe ser responsable, saca buenas notas, o siempre nos ayuda en casa?.

Hemos de ser transigentes y tolerantes, evitar todos los conflictos que se puedan evitar, y al mismo tiempo ejercer nuestra autoridad cuando sea necesario, cuando creamos que hemos de cortar desde raíz algún peligro.

Si no desperdiciamos el respeto que nuestros hijos nos tienen prohibiéndoles tonterías, será más fácil que nos obedezcan en aquello que sea realmente importante.

Mantener la calma

Evitar al máximo decir alguna tontería o alguna frase desagradable de la que después nos vayamos a arrepentir. Las palabras pronunciadas ya no se pueden borrar.

Recordar que ellos nos quieren

Aunque rechacen nuestras muestras de cariño nuestros hijos nos quieren, pero les da vergüenza demostrarlo, y si sabemos fijarnos en los detalles y en los comentarios, o simplemente en una mirada, podremos apreciar que de vez en cuando demuestran que se sienten agradecidos, orgullosos y cuidados.

Esforzándonos por poner en práctica estos pequeños detalles, comenzamos a cambiar nuestra actitud hacia nuestros hijos adolescentes; con lo que poco a poco empezarán a notarse avances.

Nosotros somos los adultos de la relación, y por tanto, lejos de culpabilizarlos, podemos actuar ya que contamos con la experiencia que ellos aún no tienen, y con los recursos necesarios para mejorar la relación.

 

En Ara psicólogos Valencia desde nuestro enfoque a través de la terapia gestalt, realizamos terapia infantil, adolescente y familiar donde atendemos dificultades de esta índole.

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