Psicología y terapia durante el embarazo

Cuando una mujer sabe que está esperando un hijo/a, las prioridades de su vida se ven redefinidas. Incluso aquellas mujeres que ya tenían planeado cómo y cuándo llegaría ese bebé, tienen que afrontar una serie de cambios que son imposibles de planificar a priori.

Etapa de cambios

Sobre todo en el caso de las madres primerizas, da igual cuántas veces se les haya advertido sobre los cambios por los que pasará durante la gestación. Los acusados cambios hormonales por los que pasará su cuerpo tendrán consecuencias en sus estados de ánimo.

Estos cambios pueden inducir a bloqueos mentales, sobre todo a mujeres muy apegadas a una visión estática de su entorno.

El embarazo es la etapa de la vida de la mujer en la que de una manera más evidente queda patente el carácter holístico del ser humano".

La bioquímica del organismo femenino se entreteje con los mecanismos psicológicos de la gestante y ambos ámbitos, el biológico y el mental, lo hacen a su vez con el social, entendido este último como la relación con los demás.

Este ámbito social, a su vez, se estructura en diversos niveles, empezando por la pareja en caso de tenerla, la familia más cercana, la menos cercana y los ámbitos laborales, vecinales y de círculos sociales más alejados.

¿Cómo prevenir el malestar psicológico?

Para prevenir situaciones de sufrimiento, como depresiones durante el embarazo, o la abulia de algunas embarazadas, además de la ansiedad y el estrés, es recomendable plantearse la posibilidad de acudir a terapia psicológica.

Por desgracia, existe un acusado prejuicio acerca de acudir al psicólogo, especialmente de forma preventiva. Este prejuicio es aún más intenso cuando los clientes del psicólogo están en alguna etapa de su vida en la que socialmente hay una presión para que “sean felices”. Hay etapas en las que “se supone” que la felicidad debe estar presente de manera automática.

Una de esas etapas es el embarazo, donde el entorno presume que la embarazada ha de estar contenta (y nada más) acerca de la inminente presencia del bebé. Esto fomenta que muchas embarazadas sean reacias a reconocer los problemas que pueden surgir en esta etapa, cuando estos problemas son acerca de su estado de ánimo.

Al revés que con los problemas o desequilibrios físicos, a los que se les da una gran importancia durante el embarazo, los psicológicos suelen quedar velados, cuando no directamente ignorados, y se les subestima considerándolos meras “rachas” o “días malos”.

Las propias mujeres embarazadas participan de este proceso de negación porque sentirse tristes les hace pensar poco menos que “están siendo malas madres por no estar felices o centradas en el bebé”.

Poder reconocer la emoción junto con los pensamientos que transitamos es un primer paso necesario para aceptar lo que somos y dejar de luchar por el cómo deberíamos ser.

 

María José Madarnás, editora de Maternidad Fácil

Ilustración: Claudia Tremblay

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