Momentos difícles
Hay momentos en nuestra vida en los que nos enfrentamos a situaciones verdaderamente difíciles y nuevas, en las que los pilares de nuestra existencia, tal como la conocíamos hasta entonces, se tambalean, en las que algunas de las cosas que considerábamos indispensables, como pueden ser la casa, la pareja o el trabajo, nos son arrebatadas.
Mezcla de emociones
En estos momentos suelen surgir una mezcla de emociones y sentimientos aparentemente desordenada y caótica, que en ocasiones nos desborda. La rabia, la impotencia, el dolor, el miedo o la tristeza suelen estar entre ellos. Esta amalgama de emociones, sensaciones y sentimientos son, en principio, sanos y necesarios, pues son la manera en que nuestro organismo trata de adaptarse y de buscar salidas a esta nueva situación que por momentos parece que nos supera.
El organismo simplemente responde a los nuevos acontecimientos y trata de poner en marcha sus recursos, algunos ya usados anteriormente y otros completamente nuevos que ni sabíamos que teníamos.
Es cuando no aceptamos estas respuestas naturales que nos surgen, por ejemplo, cuando no queremos sentir rabia o miedo, cuando aparece la ansiedad, el ahogo, la angustia y el sufrimiento y cuando, por otra parte, no vamos a poder tomar las medidas necesarias para hacer frente a este nuevo reto que la vida nos ha puesto delante. Es el no querer sentir dolor lo que nos provoca el sufrimiento, además de una serie de síntomas neuróticos que aún dificultan más nuestra situación, como el insomnio, las obsesiones, los síntomas depresivos, la culpabilidad, la desesperanza o las somatizaciones corporales, como los dolores de cabeza o de estómago.
Aceptar lo que sentimos
Así, el primer paso es aceptar todo esto que sentimos como formando parte de nosotros mismos, de nuestra naturaleza, como algo normal en una situación así, y como lo que nos aporta la energía necesaria para movernos hacia alguna dirección, ya sea atacando, huyendo, construyendo algo nuevo, destruyendo lo existente, adquiriendo nuevos conocimientos… en definitiva, lo que nos permite adaptarnos a la nueva situación y realizar lo que en terapia gestalt llamamos un ajuste creativo.
Ante una misma situación podemos optar, a grosso modo, por dos caminos. Uno en el que tratamos de negar lo evidente, donde no queremos aceptar nuestros sentimientos, nuestros impulsos, nos encerramos en nosotros mismos, culpabilizamos al otro y a nosotros mismos, nos negamos a ver nuestros recursos y los que nuestro entorno nos puede ofrecer. En definitiva, nos quedamos anclados al pasado, en el enfado o la desesperación, un camino que nos lleva al sufrimiento intenso, al bloqueo y al agravamiento de nuestra situación. Y el otro, en el que reconocemos nuestros sentimientos, ya sean de rabia, de temor o los que sean, en el que aceptamos nuestras debilidades y fortalezas, en el que abrimos los ojos a nosotros mismos y a lo que nuestro entorno nos puede ofrecer, sabiendo buscar el apoyo oportuno, en el que ponemos en marchas nuestros recursos.
En definitiva, un camino en el que, aceptando el inevitable dolor del momento, podemos ver claro para avanzar en esta nueva etapa de nuestra vida, y al final, quizás, incluso aprender algo de ello.
Desde Ara psicólogos Valencias te animamos a hacerlo.
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